Todo comenzó luego de que el púgil recibiera dos golpes en la nuca en uno de los entrenamientos de parte de Nico “La Sombra” Vilte en el mes de mayo de este año. A partir de esa tarde, Aramayo sentía que no podía tener estabilidad por fuertes mareos constantes. Como todo alumno, fue a pedir ayuda, a su maestro.

Ahí, vino la sorpresa. Luego de que Aramayo le comentara lo que le sucedía y le solicitara ayuda por lo que le estaba pasando, la respuesta fue contundente: “yo no soy doctor, anda al hospital”. Lo único que quería el alumno, era saber si su maestro conocía a un profesional para que él le diera una mano.

A partir de ese entonces, la historia cambiaría de rumbo entre Miranda y Aramayo. Entre indiferencias y chicanas, la relación no fue la misma. En una ocasión, sabiendo lo que le pasaba al púgil, Miranda le pregunta si quería pelear, la respuesta fue no. Debido al mal momento que estaba pasando. “Te estas cagando, ya se para la próxima no te vuelvo a programar para pelear”.

Tal vez el maestro se olvido que Aramayo tenía liquido en el cerebro y es por eso que no podía subir a un cuadrilátero, estaba peleando de otra manera, sin guantes, con las defensas bajas y sin un técnico al lado. Solo, frente a un rival que no conocía.

“Iba a moverme para mantenerme”. Aramayo entrenaba solo, no pudo competir en todo lo que va del 2017. Sin obra social tuvo que pedir ayuda a sus allegados para poder volver a la normalidad y subir a un cuadrilátero. Todavía no había tirado la toalla. Hasta tuvo que aguantar burlas de Miranda por el gimnasio que tiene Chunay en Moreno.

Se alejó por la actitud que tuvo su maestro, indiferencia y burla. “Pensé que podía confiar en él”. Rechazó varias peleas porque priorizo su salud. En el mes de junio pudo haber peleado en Santiago del Estero pero tuvo que dejarla pasar.

Fue a buscar su licencia donde estaba Miranda junto a sus hijos. “Así que estás de acuerdo con Analía Franco”. Entre enojos y soberbia, le entregó la licencia. “No tengo nada contra mis compañeros, agradezco al señor Miranda por todo lo que me dio, por haberme cambiado mi vida”.

“Creo que no traicione a nadie a pesar de haber tenido varias oportunidades de pelear con otros técnicos en Catamarca y Santiago del Estero, seguí con Miranda”. Otros pupilos también se fueron de la AJB, entre ellos Marcelo Ceballos quien obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Evita, en la categoría ligero 60 kilos el año pasado.

“Ojala me salga una pelea pronto”, es el anhelo de Fabián “Chunay” Aramayo que ahora deberá buscar un técnico o maestro que lo guie en su nueva etapa. Ha comenzado a entrenar en su gimnasio por su cuenta y también da clases de lunes a viernes en el barrio Mariano Moreno. “Siento más motivación”. Acogido y contenido por su amigo Ismael Vasquez, pretende abrirse caminos y no dejar de hacer lo que más le gusta, boxear.